Una vida sin temor

Quiero empezar con un agradecimiento a Dios, Él es bueno para con los que claman a él. (Jeremías 33: 3).

Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.

Creo que si yo no hubiese conocido la voluntad de Dios en instruir a mis hijos nada de esto sería posible, Dios me sigue abriendo en gran manera mis ojos a tantos errores que eh cometido, no solo en mi matrimonió, sino en mi vida espiritual.

Me gustaría comentar y enfocarme más en este capítulo 6 que me ha llenado de quebranto y de alegría el saber que me ha hablado a mí. El capítulo comienza con la palabra Temor porque la palabra de Dios dice: El principio de la sabiduría es el temor a Dios.

Mi vida era una vida sin verdadero temor, decía un predicador -apariencia de piedad, vivía en una religiosidad sin temor a Dios al no obedecer su palabra cuando Él me creo con un propósito en mi matrimonio. Mi rebeldía me llevo al fracaso en su momento, y con consecuencias muy graves a futuro, y hasta ahora me doy cuenta de que fui yo la vieja fracasada y desilusionada. Doy gracias a Dios por mostrarme por medio de su palabra que la obediencia es mejor que el sacrificio, este libro en general me muestra que como creyente debo obedecer lo que Dios dice y no lo que la sociedad o mi propia opinión diga, renunciar a mis derechos feministas para lograr un buen matrimonio sano y dejarme dirigir por Dios en todo.

Jamás mujer alguna ha sido feliz y realizada cuando descuida la obediencia a Dios en relación con su papel como ayuda idónea.

Me vi tan reflejada en esa mujer loca de la que cuenta la autora, claro en muchos aspectos, sin llegar a ciertos extremos. Yo no era ayuda idónea de mi marido; era su conciencia, cargaba con esa ofensa y enojo contra él, estaba practicando, siempre practicando, perfeccionando mi amargura y descontento. Ahora estoy en desarrollo de un nuevo habitó donde le ruego a Dios no volver a ese amargo pasado.

Sin embargo, el libro en general está lleno de tantas cosas reales que vive cada mujer día a día, entre ellas me sumo yo. Dios nos ayude y de sabiduría a cada mujer que se interesa a leer y entender este libro. Gracia y Paz.

La Paz es un fruto del Espíritu.

 

Mas el fruto del Espíritu es Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22-23.

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