DISCIPLINA

<< Los padres deben educar al niño en hábitos de buen vivir. >> Charlotte Mason

<< La atmósfera debería equilibrarse mediante la disciplina de formar buenos hábitos.>>
Charlotte Mason
Charlotte Mason
(VOL. 6, PRINCIPIO 7)
DISCIPLINA

7. POR "LA EDUCACIÓN ES UNA DISCIPLINA" , ENTENDEMOS LA DISCIPLINA DE LOS HÁBITOS, FORMADOS DEFINIDA Y CUIDADOSAMENTE, YA SEAN HÁBITOS DE LA MENTE O DEL CUERPO. LOS FISIÓLOGOS NOS HABLAN DE LA ADAPTACIÓN DE LAS ESTRUCTURAS CEREBRALES A LAS LÍNEAS HABITUALES DE PENSAMIENTO, ES DECIR , A NUESTROS HÁBITOS.

Albergamos la idea que da luz al acto, y el acto repetido una y otra vez se convierte en hábito, ´siembra un acto´se dice, ´cosecha un hábito´´siembra un hábito´, ´cosecha un carácter´. Pero debemos ir un paso atrás, debemos sembrar la idea o noción que hace que el acto merezca la pena. (Vol. 6, pág xxx)

PRINCIPIOS Y OBJETIVOS DE LA UNION DE PADRES, LADY CAMPBELL, AMBLESIDE 

Según la señorita Mason, el alfa y el omega de la educación, así entendido, es el hábito, «Sembrar un acto, cosechar un hábito; sembrar un hábito, cosechar un carácter, sembrar un carácter, cosechar un destino”.

Es solo el carácter (…) lo que decide el lugar de un ser humano en este mundo o en cualquier otro. Solo por el carácter puede un hombre mover su círculo particular del mundo exterior, solo por el carácter puede gobernar su propio espíritu. El talento separado del carácter es ineficaz o travieso, el genio sin carácter no puede sino preocuparse por su hora. Ya sea de una nación o de un individuo, su propio carácter es su logro más supremo.

 
 
«Es por la fuerza del hábito que una tendencia se convierte en un temperamento, y corresponde a la madre obstaculizar la formación del mal genio, forzar el del buen humor … Recordando que todo pensamiento envidioso, murmurador, descontento deja una huella en la sustancia misma del cerebro del niño para que tales pensamientos entren una y otra vez, el cuidado de la madre es obstaculizar desde el principio la formación de tales huellas. Ella ve el alma de su niño, ve el mal genio en el acto de levantarse : ahora es su oportunidad. Deje que cambie los pensamientos del niño antes de que el mal genio haya tenido tiempo de convertirse en un sentimiento consciente, sáquelo al aire libre, envíelo a buscar o cargar, déle algo más en qué pensar “.
En las propias palabras de la señorita Mason, el niño trae al mundo con él no carácter, sino disposición, y la oficina de su padre y primer educador es darle control sobre su propia disposición.  Ahora bien, el paso inicial hacia este cumplimiento es trazar líneas de hábito, es decir, hacer del curso correcto la línea de menor resistencia. 
La señorita Mason reconoce la importancia de la sugestión en el eslabón más temprano de nuestra cadena: sembrando el acto.
«Una costumbre vence a otra” nuevamente está aconsejando a las madres que confíen en el poder de una sugerencia inspiradora para combatir la disposición inherente de su hijo hacia cualquier hábito defectuoso. La sustitución mental por sugestión es el secreto.

La educación es una disciplina:

«La disciplina no significa una vara de abedul, ni un rincón, ni una zapatilla, ni una cama, ni ningún último recurso de los débiles. Cuanto antes dejemos de creer en el sufrimiento meramente penal como parte del plan divino, antes desaparecerá en las familias el recurso espasmódico a la vara de abedul. No decimos que la vara nunca es útil; decimos que nunca debería ser necesario. El hecho es que muchos de nosotros no creemos en la educación, excepto en la medida en que signifique la adquisición de una cierta cantidad de conocimiento; pero la educación que debe tratar curativa y metódicamente cada defecto de carácter no entra en nuestro esquema de cosas posibles. Nada menos que esto es lo que queremos decir cuando decimos que la educación es una disciplina. Donde sus padres fallan, la pobre alma tiene una oportunidad más en la disciplina de la vida; pero debemos recordar que, si bien es la naturaleza del niño someterse a la disciplina, está en la naturaleza del hombre indisciplinado correr su cabeza con obstinación apasionada contra las circunstancias que son para su entrenamiento; de modo que el padre que deliberadamente elige dejar que su hijo sea ‘domado’ por el maestro de escuela o por la vida lo deja en una pelea en la que todas las probabilidades están en su contra. El físico, el temperamento, la disposición, la carrera, los afectos, las aspiraciones de un hombre son todos, más o menos, el resultado de la disciplina a la que sus padres lo sometieron, o de la anarquía que ellos permitieron. «

Vol.2, pág 62

Buenos Hábitos, los Mejores Maestros

Volumen ii padres e hijos

Lo que entendemos por disciplina no se reduce a meros episodios de castigo ocasional, sino que implica una vigilancia constante y un esfuerzo continuo para fomentar y mantener los hábitos de una vida virtuosa. Desde esta perspectiva, los padres que siguen las pautas que hemos indicado son los mejores disciplinadores. Cada hábito de cortesía, consideración, orden, limpieza, puntualidad y veracidad se convierte en un maestro en sí mismo y guía la vida con una diligencia infalible.

Los hábitos se forman con facilidad y se vuelven poderosos con la práctica. Pocos padres dudarían en trabajar diligentemente si, tras cada mes de esfuerzo, podrían otorgar a uno de sus hijos una gran suma de dinero. Sin embargo, en un mes, un padre puede comenzar a inculcar en su hijo un hábito de valor incalculable, en comparación con el cual el dinero es insignificante. Hemos enfatizado en repetidas ocasiones que uno de los grandes avances que la ciencia moderna ha proporcionado para ayudar a los educadores es la comprensión de que cada hábito de la vida, en cierto sentido, deja una marca material en los tejidos cerebrales. Todos sabemos que pensamos de acuerdo a lo que estamos acostumbrados y actuamos según nuestras costumbres arraigadas. Desde que el ser humano comenzó a explorar las sendas de su propia mente, la ley de la costumbre ha sido una verdad comúnmente aceptada y ha sido aplicada de diversas formas por los padres y otros educadores de niños. Un niño bien educado siempre ha sido aquel que ha sido cuidadosamente instruido en buenos hábitos. Sin embargo, solo en tiempos recientes ha sido posible establecer leyes específicas para la formación de hábitos. Hasta ahora, la madre que deseaba inculcar ciertos buenos hábitos en sus hijos se enfrentaba a un cierto grado de incertidumbre.

Algunos consejos prácticos. Permítanme ofrecer algunos consejos prácticos concretos para un padre que desee abordar seriamente un mal hábito:

  1. Recordemos en primer lugar que este mal hábito ha dejado una impresión en el cerebro.
  2. La única forma de borrar dicho registro es mediante la interrupción absoluta del hábito durante un período considerable, digamos, seis u ocho semanas.
  3. Durante este período, de una forma u otra, se están produciendo nuevos crecimientos, nuevas conexiones celulares, y el asiento físico del mal está experimentando una curación natural.
  4. La única forma de asegurar esta pausa es introducir algún hábito nuevo que sea igualmente atractivo para el niño como el hábito equivocado que desea corregir.
  5. Dado que el mal hábito generalmente surge debido a un déficit en alguna cualidad del niño, no debería ser difícil para el padre, que conoce el carácter de su hijo, introducir un buen hábito que sea contrario al mal hábito existente.
  6. Crear un momento de confianza entre padres e hijos; presentar la idea estimulante mediante un cuento o un ejemplo y obtener el compromiso del niño.
  7. No le digas al niño que haga algo nuevo, pero, con tranquilidad y alegría, anima constantemente al niño a practicar el nuevo hábito en todas las ocasiones posibles durante semanas si es necesario, fomentando la nueva idea hasta que se apodere de la imaginación del niño.
  8. Supervise cuidadosamente para evitar que se repita el mal hábito.
  9. Si el antiguo error se repite, no lo perdones. Permite que el castigo, en especial el sentimiento de distancia, se sienta intensamente. Deja que el niño sienta vergüenza no solo por cometer el error, sino por hacerlo cuando era perfectamente evitable y hacer lo correcto.
  10. Sobre todo, ‘velad en oración’ y enseñad a vuestro hijo a ser dependiente de la ayuda divina en esta batalla del espíritu, pero también enfatice la necesidad de esfuerzo personal.
 
Volumen II padres e hijos

El tratamiento de los defectos

Sandra Deras

Volumen III EDUCACIÓN ESCOLAR

Entrenamiento Moral

Manual de Carreño

Para Urbanidad y Buenos Modales

“𝗟𝗼𝘀 𝗰𝘂𝗶𝗱𝗮𝗱𝗼𝘀 𝘁𝘂𝘁𝗲𝗹𝗮𝗿𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝗽𝗮𝗱𝗿𝗲 𝘆 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗺𝗮𝗱𝗿𝗲, 𝘀𝗼𝗻 𝗱𝗲 𝘂𝗻 𝗼𝗿𝗱𝗲𝗻 𝘁𝗮𝗻 𝗲𝗹𝗲𝘃𝗮𝗱𝗼 𝘆 𝘁𝗮𝗻 𝘀𝘂𝗯𝗹𝗶𝗺𝗲, 𝘀𝗼𝗻 𝘁𝗮𝗻 𝗰𝗼𝗿𝗱𝗶𝗮𝗹𝗲𝘀, 𝘁𝗮𝗻 𝗱𝗲𝘀𝗶𝗻𝘁𝗲𝗿𝗲𝘀𝗮𝗱𝗼𝘀, 𝘁𝗮𝗻 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲𝘀, 𝗾𝘂𝗲 𝗲𝗻 𝗻𝗮𝗱𝗮 𝘀𝗲 𝗮𝘀𝗲𝗺𝗲𝗷𝗮𝗻 𝗮 𝗹𝗼𝘀 𝗱𝗲𝗺𝗮́𝘀 𝗮𝗰𝘁𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗮𝗺𝗼𝗿 𝘆 𝗯𝗲𝗻𝗲𝘃𝗼𝗹𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗾𝘂𝗲 𝗻𝗼𝘀 𝗼𝗳𝗿𝗲𝗰𝗲 𝗲𝗹 𝗰𝗼𝗿𝗮𝘇𝗼́𝗻 𝗱𝗲𝗹 𝗵𝗼𝗺𝗯𝗿𝗲, 𝘆 𝘀𝗼́𝗹𝗼 𝗽𝗼𝗱𝗲𝗺𝗼𝘀 𝘃𝗲𝗿𝗹𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘂𝗻𝗮 𝗲𝗺𝗮𝗻𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲 𝗮𝗾𝘂𝗲𝗹𝗹𝗼𝘀 𝗰𝗼𝗻 𝗾𝘂𝗲 𝗹𝗮 𝗣𝗿𝗼𝘃𝗶𝗱𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗰𝘂𝗯𝗿𝗲 𝘆 𝗽𝗿𝗼𝘁𝗲𝗴𝗲 𝗮 𝘁𝗼𝗱𝗼𝘀 𝗹𝗼𝘀 𝗺𝗼𝗿𝘁𝗮𝗹𝗲𝘀.” 

𝗠𝗮𝗻𝘂𝗲𝗹 𝗔𝗻𝘁𝗼𝗻𝗶𝗼 𝗖𝗮𝗿𝗿𝗲𝗻̃𝗼

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