Así como cuando por percepción selectiva empiezas a encontrar algo en el mundo que te rodea que nunca antes habías visto, me sucedió a mi, en un encuentro milagroso con todo lo vivo que desde tiempos inmemoriales estuvo allí. Tal vez por mi falta de atención, las múltiples ocupaciones, los malos hábitos y afanes propios de la labor de madre, pasé muchos años sin contemplarlo, despojando a este maravilloso escenario del poder para conducirme a Su Creador.
Desde que Charlotte Mason me invitó a cultivar el arte de ver podría decir que comenzó esta aventura, sin lugar a dudas su llamado a detenerse y observar demarcó una línea divisoria en nuestra historia, esos paseos por la naturaleza no volvieron a ser los mismos, hubo una transformación en la manera de entender cada detalle disponible para quienes hemos despertado a maravillarnos. Como mamá siento que puedo hacer mucho por cultivar intencionalmente una sana y exquisita curiosidad más allá del mero conocimiento utilitario de cada elemento creado. Charlotte enfatiza en que “ella (la madre) señalará una encantadora flor o un agraciado árbol, no solo como una hermosa obra, sino como un hermoso pensamiento de Dios, en el cual podemos creer que ÉL encuentra un continuo placer, y que al ver que sus hijos se regocijan por él, eso le complace a ÉL.
Entonces, mi deseo continuo es conocerle y agradarle, cada oportunidad nos permite acercarnos juntos como familia al conocimiento de la personalidad de Dios reflejada en su diversidad, colores y formas, detalle, minucioso diseño y amor inagotable, «porque desde la creación del mundo, sus atributos invisibles, su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que no tienen excusa.” Romanos 1:20. Quiero enfatizar en que el hábito de la contemplación requiere ser cultivado día tras día, me aferro con avidez a la responsabilidad, en absoluta dependencia de la Gracia del Señor, de transitar por ese camino más elevado donde voluntariamente acudo a Su encuentro en busca de su Tierna compañía y así, atraer a mis hijas a amarle también por el gozo infinito de compartir la vida juntos. No creo que exista otro mejor lugar para estar tan cerca de ÉL.