El libro comienza con historias de gente famosa en la historia que tuvieron una madre que oraba por ellos y se preocupaba por sobre todas las cosas por su vida espiritual y su caminar con Dios y en la sociedad, y las consecuencias de no tener una madre que se preocupara por sus hijos y como estos resultaron.
Esto me recuerda a una historia que leí hace muchos años donde un juez castigaba con una larga condena a una persona por un delito muy grave del cual era culpable, cuando se le pregunto si se consideraba culpable de su delito dijo algo como esto: Señor juez, es cierto, soy culpable de todos los cargos que se me presentan, pero si hay alguien que debería ir a la cárcel también sería mi madre. Ella nunca me enseño límites, ser responsable, ser respetuoso, amar a los demás, respetar a mis mayores ni a las autoridades, ella me enseñó a mentir, a robar, a engañar, y si es cierto yo cometí todos esos delitos, pero mi madre nunca se preocupó por enseñarme valores, ni de Dios ni lo que era el amor.
Que gran responsabilidad se tiene cuando Dios nos ha dado el privilegio de ser madres. La responsabilidad es muy grande sin embargo que privilegio es servir al Señor creciendo a nuestros hijos en la admiración del Señor y siendo testigos oculares de la misericordia de nuestro Dios para con nosotros.
Me toco mucho la parte dónde habla acerca de la importancia de la obediencia y el hecho de no instruirla en nuestros hijos es un acto de falta de amor. La corrección y la disciplina a tiempo salvara al pequeño de muchos problemas. Y nosotras, un día, daremos cuentas por lo que hicimos con nuestros hijos…que terrible o glorioso día será ese.
La importancia del dominio propio y de ser capaces de controlar nuestras emociones en todos los aspectos para poder modelarlos a nuestros pequeños, como no perder el control incluso con las circunstancias de nuestro alrededor.
Una de las cosas que Abbot menciona también son las faltas y errores que muchas veces han sido perpetuadas y transmitidas de generación en generación y los daños que han causado en la niñez, ya que muchos de estos se cometen sin siquiera esforzarse pues están normalizados en la mayoría de los individuos. Aquí me hace recordar el principio número 1 de Charlotte Mason; Los niños nacen siendo personas.
Otra parte muy confrontante es el hecho de que no podemos modelar a Cristo si nosotros no estamos caminando con Él. Su Espíritu Santo nos ayuda con nuestras debilidades y nos atrae a Él constantemente, revelándonos nuestro pecado y es a través de la Palabra de Dios y teniendo un caminar que refleja nuestra relación con el Salvador mostrando a nuestros hijos la alegría que es caminar con Cristo y la tristeza que trae el pecado y la desobediencia. No usando la religión como una forma de chantaje emocional sino como una idea de vida donde estamos y ellos están conscientes de que el pecado ofende a Dios y lastima a los que amamos al mismo tiempo, por lo que es necesario arrepentirnos y pedir perdón.
Me gustó mucho este libro y tiene muchas cosas muy confrontantes que nos ayudan como madres a tener una conciencia responsable de la labor e influencia que tenemos como madres. No estamos sujetas a tradiciones humanas sino a un llamado mayor, un llamado divino de parte de Dios.
Gina Sena