Armas de Instrucción Masiva John Taylor Gatto

La escuela forma más consumidores que productores, y la educación lo revierte

La base de un hogar educador cristiano está en Deuteronomio 6.6-9: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.” En los versículos anteriores encontramos el motor y sentido a la decisión de educar en casa, y aun cuando el aprendizaje no debe separarse entre espiritual y secular, el aspecto propiamente académico puede ser abordado desde diferentes métodos. Conforme fui avanzando en la lectura de Armas de Instrucción Masiva, pude afirmar mis convicciones sobre por qué considero más pertinente una educación en casa en cuanto al ámbito académico y social.

En esta reflexión me centraré en una idea presente en todo el libro, la formación escolar más orientada a consumir más que producir, lo cual se puede notar desde la división de los niños en clases en donde una vez divididos, intentan homogeneizarlos artificialmente. Solo pocos son “aptos” para crear, los demás están destinados a “consumir”, y desde ahí se busca formar una persona individualista centrada en sus deseos de adquirir, que encuentre su identidad en el consumo.

Ante este panorama, el autor afirma: “Las escuelas preparan a los niños para ser trabajadores y consumidores; enseña a los tuyos a ser líderes y aventureros”, y más adelante: “Bajo el nuevo sistema (la educación moderna) los objetivos de buenos valores morales, buenas habilidades ciudadanas y un buen desarrollo personal fueron reemplazados por un nuevo cuarto propósito – convertirse en un recurso humano para ser consumido por los políticos y los hombres de negocios”. En ese sentido, la educación tiene un doble sentido, ser consumido en el mercado laboral y crear la necesidad de consumir sus productos.

La clave que hace la diferencia entre escolarización y educación es el enfoque. Bajo el de la escolarización será formado alguien que simplemente consume lo que otros le dicen y bajo el de la educación alguien que construirá ideas propias, creativas, a partir de otras ideas con las que tuvo contacto su mente mediante lo que el autor llama aprendizaje de contenido abierto. Al respecto, Taylor Gatto afirma “El aprendizaje de contenido abierto acepta que cualquier cosa puede ser un posible punto de partida en el camino hacia la autonomía y una buena vida…casi garantiza que desarrollará una mente y un carácter independiente “, y a lo largo del libro presenta diversos ejemplos de individuos por estar expuestos a este contenido abierto propio de su diario vivir, han tenido oportunidad de ser creativos, resolver problemas y dirigir empresas sin contar con una educación formal en sus áreas de desempeño e, incluso, muchos de ellos alcanzaron estos logros cuando eran muy jóvenes.

Para demostrar su punto, el autor refiere los EUA del siglo XIX donde había este “aprendizaje de contenido abierto, una sociedad heterogénea de edad variada que no excluía a los jóvenes de su plena participación; y una presencia gubernamental carente de autoritarismo” y como resultado había una increíble creatividad en la sociedad estadounidense que dio lugar a la producción de conocimiento e inventos. También habla que en la América colonial se tenía el ideal de la autosuficiencia como la más alta cima del éxito. “El hogar ideal aspiraba a producirse su propia comida, ropa, refugio, entretenimiento, transporte, cuidado médico, educación, cuidado infantil y seguridad social” y aunque muchos no lo consiguieron era una visión más ennoblecedora que “la expectativa de tener dos coches, una casa en los suburbios y el último cachivache electrónico.”

Aunado al aprendizaje de contenido abierto, el autor afirma que “la verdadera educación solo puede empezar desde una base de conocimiento de uno mismo. Conoce la verdad de ti mismo o no serás más que un patético recurso humano. Tu vida habrá perdido su sentidoEl crecimiento y el autodominio están reservados a aquellos que enérgicamente se dirigen a sí mismos…planeando, haciendo, creando, reflexionando, asociándose de forma libre, aprovechando la oportunidad, …”

Quien se educa debe saber quién es, qué le gusta, en qué es o le gustaría ser bueno, y todo ello implica un esfuerzo y trabajo interno que tristemente contrasta con la realidad de “miles de horas que (los niños) desperdician en las que no exploran, no juegan, no buscan oportunidades para su propio beneficio – sino que las pasan viendo a otra gente en la televisión, en los vídeos musicales y en los videojuegos”, en pocas palabras consumiendo la vida de otros en lugar de crear su propia vida; sin embargo, también propone una solución: “Suficiente actividad, por sí misma y dirigida en cualquier dirección, haría que los niños redujeran el tiempo gastado en quedarse mirando cajas iluminadas.” Así, nuestro deber como familias que educan en el hogar es identificar las necesidades y fortalezas de nuestros hijos y ofrecerles oportunidades para cubrirlas y desarrollarlas.

En conclusión, Armas de instrucción masiva deja en claro que la escolarización no es la única vía para aprender, que no necesitamos ser educadores profesionales para enseñar y que detrás de la educación pública siempre ha existido una agenda oculta.

Una idea que llamó mi atención fue que si, como dice el autor, para una persona la lección más importante de la vida puede ser a sus 4 años o si una niña fue capaz de quitar las rueditas de apoyo de su bici a los 3 años, debemos ser muy cautelosos y, por otro lado, intencionales en lo que enseñamos a nuestros hijos, a qué ideas los exponemos y a lo que hablamos con ellos, y tener muy presente que ellos son personas y tratarlos como tal más que como niños.

También en cuanto a los límites debemos ser muy cuidadosos en fijarlos y evitar extremos arbitrarios que pudieran fomentar en nuestros hijos miedo a tomar riesgos. El autor menciona algunos de los límites que puede encontrarse en una escuela primaria:

No corras; no hables; no trepes a los árboles; no juegues de forma brusca; para de moverte; no te levantes de tu asiento; no mires por la ventana; no te quites los zapatos; no bebas ni comas en clase; no te rías; no tardes mucho; no te adelantes en la lectura; no te salgas del camino; no digas ‘me aburro’; no te mezcles con niños mayores; no te quejes; no traigas juguetes, etc. Junto con los “no” implícitos: no tengas tus propias ideas; no muestres iniciativa; no seas independiente; no tomes tus propias decisiones; no seas responsable de tu propio aprendizaje.”

La educación en casa ofrece la oportunidad a nuestros hijos de conocerse a sí mismos, de recibir educación de contenido abierto que les permita crear además de consumir, de crecer en el ambiente de un hogar educador donde cada quien tiene un rol y es sembrada una semilla de colaboración más que de competición individual como puede darse en un salón de clases; por último, también permite que tengan el suficiente tiempo personal y libre, donde incluso se aburran, para que su mente esté abierta a la creatividad: “El tiempo personal es el único tiempo que tenemos en el que construir teorías, probar nuestras propias hipótesis y especular acerca de cómo se podrían conectar los pedazos de información que recogen nuestros sentidos”.

 

Gaby Nieblas

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