Frances Hodgson Burnett
Un libro llegado por recomendación directa, me parece que en algún punto del camino este título se encontró con nosotros, ya fuera a través de las páginas del libro, o bien, a través de la pantalla, pues ha sido llevada a la misma en numerosas ocasiones, incluso como serie televisiva al formato de anime.
Frances Hodgson Burnett, autora del libro, podría ser un freno para aquellos que buscan que tanto el autor como la obra gocen de buena reputación. El libro, por su parte, es uno de los favoritos del público lector; sin embargo, su vida no resulto precisamente ejemplar. Su familia viajo de Inglaterra a los Estados Unidos, de donde obtuvo la nacionalización; se gano la vida vendiendo poemas y relatos cortos; tuvo dos matrimonios fallidos y la triste muerte de su único hijo, lo que la adentro al teosofismo y el espiritismo. Es cierto que tras ese historial de vida, algunos (como fue el caso), reusaron leer el libro y participar del club, lo cual es válido, sin embargo, la historia, aunque como toda obra plasma la cosmovisión del autor, presenta realidades que con el debido cuidado puede producir interesantes reflexiones.
El Jardín Secreto fue publicado en 1911, comparto una breve reseña encontrada en la red.
Una epidemia de cólera, que azota a la India, mata a los padres de Mary y a todos los criados de la casa y la niña queda huérfana. Mary es enviada a Reino Unido a vivir con un tío suyo llamado Archibald Craven, viudo y con un hijo muy enfermo, en una lujosa mansión de Yorkshire, en la que viven sumidos en un ambiente irrespirable. Para mayor desasosiego se le unen las malas artes de la señora Medlock, la estricta ama de llaves. Sin embargo, descubrirá un refugio para ella y sus nuevos amigos: Colin, su primo discapacitado y caprichoso, y Dickon, un muchacho ingenuo, bondadoso y gran protector de los animales. Los tres niños, con su buen corazón rehabilitan el lugar que a su vez les ayudará a construir una relación especial, lo que cambia sus destinos para siempre.
Mis citas favoritas
Mirando el cielo y lo que lo rodeaba, Dickon le hizo ver lo que era la vida
del pobre niño encerrado; jamás dejaría de pensar en sus males si nunca podía
salir para ver cómo la naturaleza se desarrollaba en primavera.Esa noche Colin durmió sin despertar ninguna vez y, a la mañana siguiente,
al abrir los ojos sonrió sin saber por qué. Era maravilloso estar despierto. Su
mente estaba llena de planes y se sentía feliz de tener algo en qué pensar.
Uno de los descubrimientos más extraordinarios de este siglo ha sido el que los
pensamientos son tan poderosos como las pilas eléctricas, tan buenos como la
luz y tan peligrosos como el veneno. Si permitimos que un pensamiento triste o
malo se introduzca en nuestra mente es tan arriesgado como dejar que un virus
se apodere de nuestro cuerpo. Si se le permite quedarse, es posible que no
podamos desprendernos nunca más de él.
Y esta cita no es precisamente del libro, sino de la reseña del libro adjunta como comentario final, pero me pareció digna de resaltar.
La tesis de la autora pareciera ser, entonces, como de alguna manera lo
explicita el narrador omnisciente de los hechos, que no hay equilibrio en el ser
humano si cuerpo y alma caminan separadamente, de la misma forma que no lo
hay si el hombre no incorpora a su ser las infinitas y necesarias riquezas que
ofrece la naturaleza.
Aquí, la breve impresión de un participante del Club sobre la lectura,
Yo personalmente recomendaría el libro del Jardín Secreto, escrita por Frances Hudgson, en la cual nos muestra el poder de nuestros pensamientos, para bien o para mal sobre nuestras actitudes, enfermedades y comportamientos, y de como estas están relacionadas entre sí. También nos enseña cómo las buenas amistades y el contacto con la naturaleza nos transforman.
Axel Enid Guerrero, 15 años