Reflexión del Libro
Tristemente muchas iglesias de ahora se asemejan más clubs sociales, dónde no hay compromiso por el evangelio, dónde muchas personas gustan de cumplir con una asistencia dominical dónde la predicación no hace ni un cosquilleo a sus oídos, pero disfrutan de un mini concierto de 30 o hasta 40 minutos y disfruten de convivios semanales en los que hay deliciosa comida y un tiempo de plática informal. Eso sí un poco de lectura bíblica o en algunos casos ni eso, sino un estudio de un libro que tiene algunos atisbos bíblicos.
Tampoco es extraño que en muchas iglesias encontremos poca modestia en el vestir de las mujeres, falta de respeto a las autoridades, inmoralidad, libertinaje, apatía, adulterio, infiltración de secularismo, feminismo y otras ideologías que se oponen a la verdad bíblica. Ni es extraño ver una membresía poco activa y desinteresada. Solo consumidores.
¿Por qué está ocurriendo esto? El autor del libro nos da una explicación a esto. Muchos de los que hoy componen la membresía en las iglesias no han pasado por una verdadera conversión, no han sido expuestos a conocer al Dios todo poderoso, no han sido expuestos a su ley, no han sufrido un verdadero arrepentimiento, no son verdaderos creyentes transformados por el Espíritu Santo. Han sido engañados pensando que están viviendo conforme al evangelio, pensando que cumplen con lo requerido por el Señor. ¡Es tan decadente está situación! Y provoca tanta desilusión esta realidad.
Deseamos vidas transformadas que hayan pasado por un verdadero arrepentimiento por transgredir la ley de Dios, reconociendo quien es Él. Vidas que se apeguen a sus estatutos y que busquen agradarle en todo. Vidas que conformen una iglesia santa, digna de ser representante de la novia del Señor, esto no será posible si no es Él mismo el que inquiete a los líderes de las iglesias para que prediquen el consejo completo de la Palabra. Aún a pesar de que la membresía de la iglesia aminore.
Necesitamos orar por esto, orar para que el Señor traiga convicción, arrepentimiento y fe en Cristo, por verdaderos creyentes que reflejen la transformación que el Espíritu Santo ha hecho en sus vidas.
Cómo madre de una niña de 6 años me preocupa mucho lo que está pasando y es mi anhelo ver al Espíritu Santo moviéndose en una nueva generación, una nueva generación que despierte ante las verdades del evangelio y que sean siervos auténticos y no sintéticos de Cristo.