¿Alguna vez se sintieron abrumadas por no saber cómo comenzar a hacer homeschool, o se sintieron estancadas y con dudas sobre si lo estaban haciendo bien? ¿Se llegaron a sentir tentadas a ingresar o reingresar a sus hijos a la escuela porque surgió la idea de que un profesional haría un mejor trabajo? ¿Han sentido lejano el corazón de sus hijos a ustedes? O ¿Lo han visto desmotivado al momento de aprender?
Si llegaste a tener alguna de éstas dudas, te platico que yo las tuve todas. Llegué tan confundida a este curso y a la vez con sentimientos de culpa; y es que hay tantas filosofías, corrientes pedagógicas y psicológicas que uno puede terminar confundido y agobiado. Sin embargo, conforme fuimos estudiando los diversos temas, bajo la luz de la palabra de Dios, me di cuentaque éste curso era una respuesta a mis oraciones y clamor a Dios por dirección.
Lo primero que pude comprender al inicio del curso es que mi esposo y yo no teníamos claros los objetivos sobre la educación de nuestros hijos, incluso sabíamos que deseábamos que fueran hijos temerosos de Dios, obedientes a sus mandamientos y a nosotros, queríamos (y aún queremos) darles lo mejor que este en nuestra posibilidad en cuanto a educación para que de grandes sean prósperos, pero finalmente nuestro objetivo se quedaba corto y no estaba tan claro; no sabíamos hacia dónde íbamos ni el destino al que queríamos llegar, y por lo tanto, habían áreas descuidadas pues no estábamos siendo intencionales en su formación (como la formación del carácter). Nos dimos cuenta que habíamos estado buscando fines parecidos a lo que “todo el mundo” busca: niños con mucha información y conocimientos, pasar exámenes con buenas calificaciones, pasar de nivel, terminar contenidos que dictaban currículums, etc.
Me sentí tan confrontada y, para ser honesta, me di cuenta que nunca me había preguntado ¿qué es la educación para mí? Con el paso del primer módulo confirme que, a pesar de amar a Dios contodo mi ser y a mis hijos con todo mi corazón, mi maternidad y homescholing lo habíamos llevado a cabo bajo costumbres y prácticas tradicionales. Me encantó cómo paso a paso fuimos aclarando mi esposo y yo objetivos y metas familiares, y con la dirección de Dios comenzamos con una renovación de nuestro entendimiento y mente, para entender la voluntad de Dios, la cual siempre es buena, agradable y perfecta.
Ésta pedagogía nos ha retado a no conformarnos a lo que el mundo dicta y nos invita a ser valientes, a tomar el lugar de privilegio y responsabilidad que Dios nos da al darnos un liderazgo natural hacia nuestros hijos (el cual no debe ser delegado en otros, aunque se digan expertos). Ésta hermosa pedagogía nos ha invitado a primero, capacitarnos nosotros como papás (buscandocon mayor fervor a Dios, así como por medio de éste curso y todo el material tan retador y vivo; por medio del estudio en grupos en comunidad como el de Chihuahua). Segundo, esta pedagogía nos invita a inspirar en nuestros hijos un amor hacia Dios, cuidado de nuestro cuerpo, mente y espíritu, así como de su creación. Me encanta que constantemente Charlotte Mason nos recuerda que Dios nos capacita para toda buena obra ¡y qué mejor obra que guiar a nuestros hijos al Padre! Quien es el autor mismo de todo, fuente de toda sabiduría y creador de cada maravilla encontrada en la hermosa naturaleza, en la impresionante ciencia, en la exactitud de las matemáticas, en la belleza de las palabras contenidas en la literatura y el arte.
En fin, aprendí que la educación es divina y la paternidad un llamado divino; asimilé que al educarme puedo, a su vez, guiar a mis hijos y los puedo preparar para la vida, llenándolos de herramientas para tener una vida plena y alegre, no solo para tener un trabajo y ser prospero, o para “ser alguien en la vida”, porque realmente ya son alguien en la vida, ante los ojos de Dios y los míos, son seres completos que cuentan ya con capacidades y personalidad. Cada tema me ha retado tanto, invitándome a romper paradigmas, tradiciones y costumbres que simplemente nos alejan de vivir conforme al plan de Dios, y me anima a cambiar todo aquello, por pautas y herramientas naturales que Él me (nos) da para la educación y desarrollo integral de mishijos, como son: cuidado del entorno (creando una atmósfera agradable en el hogar), trabajando intencionalmente para la formación de buenos hábitos y cambiando todo hábito malo por uno bueno, y exponiéndolos a ideas vivas (a través de la lectura de la Biblia y lectura de libros vivos). El costo suena sencillo, pero es alto a la vez; por un lado el costo es tiempo, leí recientemente en un post del ministerio Sobre la Roca que “vivimos rodeados de urgencia… pero el corazón de un niño no se forma con prisa. La infancia necesita raíces, no velocidad”, la educación requiere tiempo, la formación de hábitos toma tiempo. Por otro lado, se necesita entrega, pues requiero darme a mí misma a mis hijos (familia), rompiendo también con expectativas que la misma sociedad impone a la mujer sobre el materialismo, utilitarismo, superación que raya en lo feminista… es decir, comprendo que debo morir a mi egoísmo e intereses personales (y miopes), por una vida que trabaja para lo eterno, plena en Cristo, una vida de servicio a quienes más amo en ésta vida.
El termino de éste curso realmente representa el inicio de cambios profundos personales y familiares, en donde deseamos que el centro de todo sea Cristo; tomados de su palabra y continuando con un aprendizaje y puesta en obra de esta hermosa y valiosa pedagogía. Siento que nos queda tanto por aprender y recorrer, pero como dice Hebreos 12.1:
“ Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”.

Por: Lizeth Laguna
Liz ha sido una madre que dijo sí al cambio, a la renovación, y al decir Sí a Dios, le decimos no al mundo, a sus corrientes y posturas, a sus formas y métodos, ¿Quieres ser parte de la renovación?